En la actualidad parece que la palabra “duelo” cada vez es más sonada, pero… ¿Qué es
exactamente?
El duelo es “una reacción natural, normal y esperable, de adaptación a la pérdida de
un ser querido, que sufren los familiares y amigos antes, durante y después de su
fallecimiento” (Pascual y Santamaría, 2009). Por otro lado, es una experiencia ÚNICA y
dolorosa que se limita en el tiempo y presenta una evolución previsiblemente
mejorable (Magaña, et al., 2022)
¿Qué NO es el duelo?
- NO es sinónimo de enfermedad. El duelo no es una patología, sino un periodo
de adaptación a la nueva realidad que supone la pérdida de un allegado. Su
evolución suele ir hacia la mejoría y, en contra de lo popularmente difundido,
sólo entre un 10-15 % de los casos presentan dificultades que desencadenan
un duelo complicado (Pascual y Santamaría, 2009). - NO es un proceso estandarizado. No hay dos personas que vivan el proceso de
duelo de la misma forma, del mismo modo que no hay dos personas
exactamente iguales en el mundo. Cada persona experimentará su propio
proceso de duelo. - NO es un proceso con fecha de inicio y fin. No se puede determinar cuándo se
empieza el proceso de duelo ni cuándo se va a terminar. El duelo no tiene por
qué comenzar justo después de la muerte de una persona, como se suele
pensar, sino que puede empezar antes de la muerte o días/semanas/meses
después de ella. - NO solo afecta a nivel emocional. El proceso afecta a la persona en su totalidad,
lo que implica que varias áreas se vean alteradas además de las emociones:
pensamientos, síntomas físicos y comportamientos. Del mismo modo hay una
gran variedad de factores que pueden influir en el duelo: factores
interpersonales (parentesco, tipo de relación con la persona fallecida, apoyo
social, etc.) y personales (edad, género, salud previa, duelos anteriores no
resueltos, etc.). Así, se crean innumerables tipos de vivencias: nauseas, fatiga,
temblores, falta de apetito, soñar con la persona que se ha ido, evitar todo tipo
de recordatorios, llamarla en voz alta o buscar a la persona, etc.
El proceso de duelo es la reconstrucción de un mundo personal de
significados que ha sido desafiado por la pérdida (R.A. Neymeyer)
Etapas El Duelo
A pesar de la heterogeneidad que existe en el proceso de duelo, las personas siguen
una trayectoria similar. Es por ello que, entre otros autores, Bowlby (1980) define
cuatro etapas en el transcurso del duelo (Espina, et al., 2005):
- Shock. La persona siente incredulidad, desconcierto o irrealidad durante horas
o días. El shock puede entenderse como un mecanismo de defensa ante la
situación tan estresante que se está viviendo y que consigue la evitación de la
realidad. - Anhelo y búsqueda de la pérdida. Se caracteriza por la tendencia a llorar y por
sentimientos de rabia, autorreproche y aturdimiento. Los hábitos vitales se ven
alterados pudiendo durar unas tres semanas aproximadamente. - Desorganización y desesperación. En esta fase se toma conciencia de la pérdida
y la persona suele tener poca motivación y/o sentimientos depresivos o de
vacío. Otros aspectos relevantes son el aislamiento social y la vivencia
alternativa de episodios agudos de pena y periodos de reorganización. Suele
durar entre 2 y 4 meses. - Reorganización y recuperación. El estado de ánimo deprimido se va disipando
y aparecen más aspectos positivos relacionados con una adaptación de nuevos
patrones (aumento de las relaciones sociales, el interés por la propia imagen,
etc.)
Estas fases no son etapas por las que todos los y las dolientes deban pasar
necesariamente. Como ya se ha comentado, la experiencia de duelo es única e
intransferible por lo que habrá personas que experimenten todas las fases y otras que
solo algunas.
Cómo combatir el duelo
Asimismo, aunque pase en una minoría de casos, algunas personas pueden
desencadenar un DUELO COMPLICADO definido por Horowitz (1980) como “la
intensificación del duelo en el que la persona está desbordada, recurre a conductas
desadaptativas o permanece inacabablemente en un estado sin avanzar en el proceso
hacia su recuperación” (Vedia, 2016). Y… ante estos casos ¿Qué se hace?
Guiados por la cultura sanitaria del “todo, aquí y ahora” y por el gran negocio de las
industrias farmacéuticas, las cuales no hacen creer que van apareciendo nuevas
enfermedades que necesitan una cura a través de sus “novedosos y fabulosos”
fármacos, los profesionales de la atención primaria recetan medicación realizando una
evaluación diagnóstica que apenas dura cinco minutos y que no suele ir acompañada
con una pauta de retirada. Ante ello aparece un fenómeno cada vez más extendido: LA
MEDICALIZACIÓN DE LA VIDA (Cerecedo, et al., 2013).
En este sentido, la siguiente cita me parece una buena forma de reflexionar sobre dicha
situación:
No todas las necesidades de salud de la población se transforman en
(Cerecedo, et al., 2013, p.437)
demandas, ni todas las demandas implican verdaderas necesidades
sanitarias. Debe ser una prioridad de cualquier sistema sanitario facilitar los
servicios adecuados a los pacientes que más lo necesitan y evitar dedicar
recursos a demandas superfluas.
Como alternativa, la psicoterapia permite acompañar a aquellas personas que, ante
una situación de duelo, se sientan desbordadas y no se vean preparadas para manejar
sus propios recursos.
Referencias.
Cerecedo, M.J., Tovar, M. y Rozadilla, A. (2013). Medicalización de la vida. Etiquetas de
enfermedad: todo un negocio. Atención Primaria, 45(8), 434-438.
http://dx.doi.org/10.1016/j.aprim.2013.04.014
Espina, A., Gago, J. y Perez, M. M. (2005). Sobre la elaboración del duelo en terapia
familiar. Revista de Psicoterapia, 4(13), 77-87.
Magaña, M., Bermejo, J. C., Rodil, V. y Villacieros, M. (2022). Importancia de la despedida
en el proceso de duelo. Revista de Psicoterapia, 33(122), 129-142.
https://doi.org/10.33898/rdp.v33i122.1102
Pascual, A. M. y Santamaría, J. L. (2009). Proceso de duelo en familiares y cuidadores.
Revista Española de Geriatría y Gerontología, 44(S2), 48-54.
http://goi.org/10.1016/j.regg.2009.05.012
Vedia, V. (2016). Duelo: Factores de riesgo y protección. Revista Digital de Medicina
Psicosomática y Psicoterapia, 6(2), 12-34.